Grava Crujiente

29 agosto , 2020

Automáticamente puedo sentir el sonido de la grava crujir bajo mis pies sin tener que pisarla.

Crear sensaciones reales a partir de la imagen mental que genera un estímulo espontáneo es una capacidad que cualquiera puede desarrollar.

Interactuamos con el mundo que nos rodea de forma tan superficial que a menudo no oímos, no vemos, no percibimos lo que hay alrededor. Dejamos que las cosas sólo nos rocen y se acerquen lo justo para saber que están ahí. No suelen llegar dentro y … se olvidan pronto.

Conceptos tan abstractos como el tiempo o el espacio son susceptibles de modificarse en nuestro mundo tangible, si dejamos que suceda.

Necesitamos entrar en conexión con nosotros mismos de forma fluida y sencilla, sin grandes meditaciones o elaborados rituales de relajación.  Puede que sólo haya que cerrar los ojos y tratar de diferenciar los sonidos cercanos; puede que tocar a alguien o algo sin dejar un resquicio al aire sea suficiente para experimentar el comienzo de estar en nosotros.

Cuando ver desde el interior se convierte en un hábito  -muy útil por cierto-, sólo hay que dejarse estimular para disfrutar vivencias incluso más potentes  que la realidad misma. Este ejercicio de estar cada vez más presentes es básico para crecer personalmente y acometer cambios en nuestro entorno.

Lo objetivamente correcto y estéticamente aceptable, al menos para mí, hoy día, no es suficiente. Ya no me conformo con que todo funcione, que los colores y materiales estén bien combinados. Los espacios que habitamos deben convertirse en el bálsamo que complete nuestra forma de entender la vida.Sin embargo llegar a conseguir un resultado capaz de transmitir sensaciones puede resultar algo complicado sin antes no lo has vivido en tu mente. La creación sensorial marca las pautas de un trabajdo redondo.

Visualizar es el primer paso para dar comienzo al proceso que nos permite crear escelentes alternativas reales de diseño. Lo siguiente es encontrar la manera de transmitir esas sensaciones a sensibilidades poco receptivas, ya que supuestamente nadie sabe mejor que uno mismo lo que le gusta percibir;
pero… ¿y sí hay alguien capaz de percibirte a ti y ajustar tu entorno a tu forma de ser?. Ahí me veo yo cada día, traduciendo sensaciones para ajustarlas a diseños que se comunican cuando son vividos.

Hoy sin salir de casa he pisado la grava crujiente que describía Bernardine Evaristo en su novela «Niña, mujer, otras».