SIN DUDA… UN COMPROMISO

10 marzo , 2021

A menudo nuestras primeras relaciones con los espacios que habitamos comienzan desde la ingenuidad , la escasez de medios, la falta de conocimiento estético o la impaciencia por lo novedoso. Vivir en pocos metros, no conocerse aún en “modo persona independiente” o estar demasiado atento a todo lo que viene de fuera no nos ayuda a definir nuestro primer refugio.

La ilusión y la energía por el cambio dan el impulso inicial necesario para montarnos a nuestro aire. Tratamos de rellenar cada rincón con lo que supuestamente nos hace falta, hemos visto videos en Youtube , hemos comprado revistas de decoración, oímos cosas de amigos o compañeros de trabajo que nos asesoran gratis según su propia experiencia. Nos dejamos persuadir por todo lo que huele a nuevo y creeos que vamos por el buen camino.

En el día a día no hay mucho tiempo para fijarse en los detalles y poco a poco la energía y la ilusión de tenerlo todo perfecto (sin saber muy bien lo que significa perfecto) se va debilitando. “Ya lo hare, sé que me hace falta pero aún no lo he encontrado, algún día cuando gane más me lo compraré sin dudarlo; he visto un sofá maravilloso pero que heredé aún aguanta algunos años …” . Y así vamos posponiendo lo que al final no llegará nunca.

Es cierto que uno no aprende a vivir como querría hasta que n o vive un poco, hasta que no tiene el GUSTO DE CONOCERSE y conocer a las personas con quienes comparte su vida. Elegir un lugar para vivir acorde a nuestras posibilidades, darle nuestra impronta más auténtica y disfrutar cada día de lo que hemos creado no es tarea fácil. (Aunque sólo sea  porque estamos en constante proceso de crecimiento y de cambio). Igual que no podemos empezar a levantar pesas de cualquier modo para mantener “un cuerpo fit” lanzarnos a vivir de cualquier manera tampoco es aconsejable. TerminarÍamos agotados, desilusionados y frustrados porque nuestro plan no tiene nada que ver con el resultado.

Establecer un compromiso con nosotros mismos para darnos la dosis exacta de habitabilidad y confort que necesitamos y podamos permitirnos, debería ser el primer paso antes de salir corriendo a tenerlo todo ¡YA! .

Podríamos empezar a pensar en las necesidades básicas para cualquier ser humano: LUZ , ESPACIO, AIRE QUE RESPIRAR , SILENCIO, VERDE ALREDEDOR… (Es verdad que todo esto hoy son bienes escasos en las viviendas convencionales). Podríamos analizar nuestra forma de vivir, nuestros ritmos de vida y el de los que conviven con nosotros y acondicionar los espacios según los usos reales que vayamos a darles (lo de decorar para las visitas es muy antiguo). Por último ir manteniendo siempre la ilusión de mejorar, completar, depurar, o transformar nuestro hogar viéndonos crecer como familia o en solitario.

Las cosas sólo son cosas, nos cansamos, nos aburrimos de ellas si no significan algo. Las casas en las que viviremos más a gusto serán aquellas en las que seamos capaces de reconocernos  y en las que establezcamos UN COMPROMISO DE VIDA QUE NOS MANTENGA VIVOS…

Si has decidido estrenar espacio ten calma y las cosas muy claras; mírate y mira alrededor, traduce sinceramente lo que esperas recibir, lo que realmente necesitas como ser humano en tu día a día. No es tan difícil y SÍ lo es. Date cuenta … en realidad las cosas SON MUCHO MÁS SENCILLAS.

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Work_to_inspire_you                   Gertru_Luna

¿Dónde vives?

11 mayo , 2020

Acumulamos, acumulamos mucho. El impulso inicial que nos precipita sobre algo atractivo es difícil de controlar. Siempre hay una excusa para justificar nuestro deseo de posesión. Sin embargo las cosas que adquirimos de esta forma explosiva pasan DE MARAVILLA A CHISME en muy poco tiempo.

Son muchos los hogares en los que el repertorio de chismes caducados habita de forma inconexa e invisible a la percepción de los sentidos. No vemos que la saturación de objetos vacíos e innecesarios convierte nuestros espacios
de vida en BAZARES DE SOUVENIRS al por mayor. No somos conscientes de que hay un miedo inexplicable a prescindir de lo superfluo, de lo que ya no nos aporta y condiciona nuestra vida; estamos acostumbrados a una estética fija para nuestros hogares, a almacenar recuerdos de muchos pasados , a un…. «lo tengo porque siempre ha estado ahí», a un «ya no lo veo ni feo», hasta «me gusta» o…. «con lo caro que me costó». ¿Qué sentido tiene todo esto?.

Una curiosidad innata me lleva a preguntarme si llegará un momento en el que empezaremos a ser conscientes de que es absurdo condicionar nuestras necesidades de vivir a gusto para hacer hueco a cosas que no merecen la pena. Cuando somos capaces de estar presentes en nuestra realidad aprendemos a VALORAR LO INTANGIBLE por encima de los objetos, aparecen prioridades ineludibles que SÍ aportan equilibrio y bienestar:  la orientación, la luz, el aire nuevo , las texturas amables, el confort de la ergonomía, las puertas abiertas a la renovación, el todo es prescindible, la compañía de plantas y animales, la temperatura exacta, un orden coherente… o un verse conectado y acompañado por el espacio que nos contiene.

El hogar vive con nosotros y para nosotros, le damos para darnos, sólo hay que entender lo que de verdad importa. Los objetos adquiridos por un impulso repentino a menudo no llenan nuestros vacíos sino que abren vacíos nuevos.
Y conservar, sólo conservar piezas únicas, maravillosas, materiales extraordinarios, sensaciones en un lienzo, libros sin principio ni fin, cosas especiales que nos estremecen, nos transportan y se mantienen vivas a nuestro lado; cosas que nos son visibles cada día. Nos reconforta mirar, objetos que nunca serán chismes, que serán imprescindibles, excelentes y estarán muy lejos de encojernos o convertir nuestro entorno en un BAZAR DE EXCENTRICIDADES para mostrar al mundo como no somos.