La Navidad es nacimiento, la aparición de algo nuevo.
Nacer no es volver a empezar, no es recordar ni repetir, no es algo fijo ni obligado ni inmutable ni dirigido….
Lo que nace interrumpe una linea continua para partir de cero. El que se entrega a la Navidad en su verdadero significado, al igual que un niño que abre los ojos por primera vez, no se percibe incompleto, no se busca en los demás, no está condicionado, es curioso y duerme tranquilo en brazos.
La verdadera enseñanza es aprender a nacer en Diciembre como si fuese Mayo, saltarese los hitos con la confianza de que no son fijos, recalcular los excesos, y valorar lo intangible por una vez. La maravilla de un nacimiento permanente no entiende de fechas ni patrones, no concibe que embellecerse y adornar el entorno tenga sólo dos semanas para ser mágicamente posible.
Quien es dueño de su propio tiempo no se deslumbra con la luz artificial, descansa el pensamiento en sensaciones y encuentra nuevas formas de agradecer, compartir y disfrutar.
Quien es dócil al vaivén de los días despierta a una perfección secreta en la Navidad que transparenta el Universo.
Amor incondicional